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Hay muchasrazones para editar ¡Escucha, Alemania!en estos momentos. No sólo porque se trata de las palabras de uno de losescritores más grandes de Occidente. No sólo porque refleja fielmente laangustia extrema de un hombre que observa, de lejos y con impotencia, cómo unaideología totalitaria —el nacionalsocialismo, en este caso— puede carcomer ydestruir sin piedad lo mejor de una nación. Publicamos este libro porque,después de todo, el mundo no ha cambiado tanto. Los nombres de los países sonotros, los de sus líderes también. Pero hace falta recordar lo que sucedióentre 1933 y 1945, cómo lo permitimos, lo que hizo falta para detenerlo y—especialmente— el daño irreparable que nos hizo a todos sin excepción. Unavez más —en varios países y continentes diversos— ha resucitado el dragón de laintolerancia racial y religiosa. De nuevo hemos sido, y somos, testigos deguerras de exterminio y expansión (Lebensraumen la jerga nazi), y la práctica de fabricar «razones» para invadir y ocuparpaíses soberanos (pre-emptive invasionen la jerga norteamericana actual). De modo que las palabras de ThomasMann, lejos de parecernos ociosas o lejanas, vuelven a cobrar la inmediatez deaquellos años cuando el escritor exhortaba a sus compatriotas a protestar, aresistir a todo aquel que pisoteara los derechos del hombre en nombre de unasupuesta superioridad racial que no fue sino la máscara ideológica de quienesdeseaban disfrazar —como heroísmo— su pequeñez, avaricia, crueldad, sadismo ydeseo infinito de poder.
Opiniones ¡Escucha, Alemania! Thomas Mann